
Gitanilla y suspiro
(05/05/2025)
Mayo florece y con él, también las palabras. Es un mes que, además de transformar campos, jardines, y calles en un claro espectáculo para nuestros sentidos, nos ofrece un escenario lingüístico que muestra cómo nuestra lengua, en general y, nuestra modalidad, en particular, se enriquece al describir tales despliegues florales. Es el caso de la voz suspiro, nombre que en Andalucía, también en otros lugares, recibe la trinitaria. Esta acepción andaluza fue recogida muy tempranamente en los diccionarios generales y ya aparece con esta marcación en la primera edición usual del diccionario académico de 1780. Tampoco pasó desapercibida la especificidad andaluza para nuestros lexicógrafos: Sbarbi (c1880-1910) la reconoce como andalucismo en su Diccionario de andalucismos y Alcalá Venceslada la recogió en su Vocabulario andaluz (1934) y (1951) con este mismo sentido. Resulta complicado constatar el uso histórico de esta voz, pues, son escasos los contextos que los bancos de datos arrojan para este sentido. Sin embargo, encontramos en la compilación de Toro Gisbert (1920) una cita literaria de Fernán Caballero (1862): «Las arreboleras tienen el (nombre) sentimental de suspiros, y el de periquilos de noche.» (Cosa cumplida, 79).
También del derivado gitanilla ‘geranio trepador’, con la misma vinculación al léxico floral, los datos disponibles hasta el momento parecen señalar su carácter dialectal. Aunque más tardíamente y con referencia a otro dominio lingüístico, en este caso, el de Murcia, se recogió desde la edición manual de la Academia de 1927 hasta la de 1989, pero también la incluyó Alcalá Venceslada (1934, 1951) en las dos ediciones de su Vocabulario andaluz como ‘planta de flores color rosa de cinco hojas’ con un ejemplo que parece ser extraído de la oralidad o incluso inventado: «¡Qué bonitas están las gitanillas de esa maceta!». Más allá de esta cita, no se encuentran demasiados contextos de uso de la voz. Sin embargo, como nombre de esta flor, ocupa un lugar destacado en la primera quincena del mes de mayo en la celebración anual del festival de los Patios Cordobeses, donde esta larga tradición a lo largo del tiempo ha permitido que esta voz haya estado y siga estando muy viva entre sus gentes.
Arropía
(14/04/2025)
Es tiempo de Semana Santa. De chícharos con alcauciles, de panizas y, en la calle, de pirulís y de arropías. Este derivado del arabismo arrope, que el DLE define como ‘dulce hecho de arrope, azúcar o miel, en barras o moldes’ (DLE), fue considerado de uso andaluz desde muy pronto. Ya el primer diccionario académico, el Diccionario de autoridades, apuntaba su uso en Andalucía y otras partes, y con la referencia andaluza permaneció en la mayoría de los repertorios lexicográficos posteriores, normalmente, como sinónimo de melcocha, que debía ser palabra más general y conocida, y hasta la edición del académico de 1925. La especificidad andaluza tampoco pasó desapercibida para nuestros lexicógrafos y la incluyó Sbarbi (c1880-1910) en su Diccionario de andalucismos y Alcalá Venceslada en las dos ediciones de su Vocabulario andaluz. No contamos con demasiadas muestras de su empleo, pero en literatura, además de Bretón de los Herreros, la utilizó el cordobés Valera en el siglo XIX y el sevillano Alfonso Grosso ya en el XX; pero también apareció en el periódico balear El Genio de la libertad (10/10/1844): «mientras que los buenos amigos se han endosado mutuamente grados y cruces, y chupan sueldos como cañas de arropía» o en el madrileño El Pensamiento (1841): «¡Gloría mía Mas dulce que la arropía!».
Parece, entonces, que la voz ha debido de tener un uso más extendido históricamente que el dialectal andaluz. Sin embargo, como nombre de esta golosina ambulante es referente fundamental de la Semana Santa gaditana y su vitalidad se puede comprobar en los sentidos figurados que ha adquirido a lo largo del tiempo: ‘mimo, palabra dulce’, ‘comida pegajosa’, ‘persona flaca’, etcétera, demuestran que la voz ha estado muy viva entre sus gentes, tanto, como para crear a partir de esta referencia compartida y habitual los significados metafóricos que solo la cercanía con la realidad y con sus nombres permite.
(07/04/2025)
Comenzamos esta sección de «la palabra de la semana» con la que precisamente da sentido a este apartado: la voz andalucismo, entendido, claro, como andalucismo lingüístico o, específicamente léxico. Esta elección resulta interesante para el Observatorio, además, porque, hasta donde conocemos se debe al gaditano José María Sbarbi la primera definición del término, que insertó en su inédito Diccionario de andalucismos, con una justificación clara de su autorizada formación. Dice así Sbarbi:
Andalucismo. m. Palabra ó frase peculiar al lenguaje andaluz. Ygnoro si ha sido usada antes de ahora; pero perteneciendo á la clase de las fácilmente formables, como sucede con hispanismo, galicismo, grecismo, helenismo, y varias ótras á igual tenor, y siendo además sumamente expresiva, no he vacilado un punto en adoptarla para título de esta mi obra; y, por lo tanto, de darle aquí cabida en el lugar que le corresponde (RAE, Fichero de hilo).