Política de Cookies

El sitio web de la Universidad de Cádiz utiliza cookies propias y de terceros para realizar análisis de uso y medición del tráfico, así como permitir el correcto funcionamiento en redes sociales, y de este modo poder mejorar su experiencia de navegación.

Si desea configurar las cookies, pulse el botón Personalizar Cookies. También puede acceder a la configuración de cookies en cualquier momento desde el enlace correspondiente en el pie de página.

Para obtener más información sobre las cookies puede consultar la Política de cookies del sitio web de la Universidad de Cádiz.

Personalización de Cookies

El sitio web de la Universidad de Cádiz utiliza cookies propias y de terceros para realizar análisis de uso y medición del tráfico, así como permitir el correcto funcionamiento en redes sociales, y de este modo poder mejorar su experiencia de navegación.

Para obtener más información sobre las cookies puede consultar la Política de cookies del sitio web de la Universidad de Cádiz. También puede acceder a la configuración de cookies en cualquier momento desde el enlace correspondiente en el pie de página.

A continuación podrá configurar las cookies del sitio web según su finalidad:

  • Análisis estadístico

    En este sitio se utilizan cookies de terceros (Google Analytics) que permiten cuantificar el número de usuarios de forma anónima (nunca se obtendrán datos personales que permitan identificar al usuario) y así poder analizar la utilización que hacen los usuarios del nuestro servicio, a fin de mejorar la experiencia de navegación y ofrecer nuestros contenidos de manera óptima.

  • Redes sociales

    En este sitio web se utilizan cookies de terceros que permiten el correcto funcionamiento de algunas redes sociales (principalmente Youtube y Twitter) sin utilizar ningún dato personal del usuario.

UniversidaddeCádiz
Observatorio de las Hablas Andaluzas

Andalucismo

Comenzamos esta sección de «la palabra de la semana» con la que precisamente da sentido a este apartado: la voz andalucismo, entendido, claro, como andalucismo lingüístico o, específicamente léxico. Esta elección resulta interesante para el Observatorio, además, porque, hasta donde conocemos se debe al gaditano José María Sbarbi la primera definición del término, que insertó en su inédito Diccionario de andalucismos, con una justificación clara de su autorizada formación. Dice así Sbarbi:

Andalucismo. m. Palabra ó frase peculiar al lenguaje andaluz. Ygnoro si ha sido usada antes de ahora; pero perteneciendo á la clase de las fácilmente formables, como sucede con hispanismo, galicismo, grecismo, helenismo, y varias ótras á igual tenor, y siendo además sumamente expresiva, no he vacilado un punto en adoptarla para título de esta mi obra; y, por lo tanto, de darle aquí cabida en el lugar que le corresponde (RAE, Fichero de hilo).

Los diccionarios generales de la lengua española recogieron algo más tarde la palabra, el primero de ellos, Elías Zerolo, en 1895, en su Diccionario enciclopédico de la lengua castellana. El comentario de Zerolo muestra claramente la consideración negativa del autor hacia la modalidad andaluza y su caracterización viene a coincidir con las muestras que de este andalucismo estereotipado aparecían en las obras literarias y en la prensa de su época, casi siempre limitado a los fenómenos del ceceo y de la aspiración de la antigua efe inicial latina. Conviene llamar la atención, además, en su distinción entre andalucismo y andaluza, pero esta última la dejaremos para otra entrada:

Andalucismo: Vocablo ó giro propio y privativo de los andaluces. En realidad el andalucismo consiste en la pronunciación viciosa de la c, s y z, en el empleo frecuente de superativos en ísimo, en la aspiración fuerte de las palabras que empiezan con h, etc. No se debe confundir el andalucismo con la andaluza.

Afortunadamente, los diccionarios posteriores no hicieron comentarios al respecto y Toro y Gómez, en su Nuevo diccionario enciclopédico ilustrado de la lengua castellana (1901) lo consideró «vocablo ó giro propio de los andaluces» y así se mantuvo, con leves variaciones en la lexicografía no académica posterior y en la Real Academia, que la recogió por primera vez en la edición usual de su Diccionario de la lengua española de 1925, justamente la edición que cambia en el título «castellana» por «española», con la intención de prestar mayor atención a los regionalismos de España y América.

Las primeras citas literarias de la voz, aunque pocas todavía, se encuentran en el siglo XIX. Benito Pérez Galdós la incluye en su obra De Oñate a la Granja (1876) y, de nuevo, se refleja en este pasaje algunas de las ideas tradicionalmente asociadas a este andalucismo lingüístico, en este caso, el del habla arrogante y fanfarrona: «Ceceaba por presunción de guapeza; su andalucismo era más de cuarteles madrileños que de sevillanos bodegones». Y en La granadina (1883) de Pedro Antonio de Alarcón al distinguir a la mujer de Granada de la de otras partes de Andalucía abundará en el tópico de su jocosidad y de su gracia:

«aunque la Granadina, en su pronunciación, en sus actitudes, en su estilo y en sus hábitos, revele constantemente su idiosincrasia andaluza, es de una manera indeliberada, inconsciente, inadvertida. Creeríase que no se tiene por tal, o que ignora que las andaluzas gozan fama en ambos hemisferios de jocosas por antonomasia. Ello es, repito, que nunca alardea en tal guisa, o, para hablar más a la buena de Dios, nunca la echa de graciosa… ¡Y lo es tanto!» (párr. 47).

Los comentarios acerca del andalucismo lingüístico también llegaron a las páginas de los periódicos decimonónicos y los discursos políticos fueron valorados también en relación a él. Como sucede hoy, no todos lo reprobaron, y en El Parlamento, el día 12 de julio de 1855, a propósito del de Hazañas la valoración era positiva: «El discurso de su señoría es singularísimo y notable bajo todos conceptos, sin escluir el de su pronunciación, que se distingue por el ceceo y por un andalucismo indomeñable».